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En el fútbol ni se puede ni se debe perdonar. Si se perdona, al final se acaba pagando, y con intereses. Es lo que ocurrió ayer en el José Camacho en el partido entre el Manzanares C.F. y el C.D.E.F.B Valdepeñas. Como se esperaba, un partido duro, pero noble, con los dos equipos poniendo toda la carne en el asador sobre el terreno de juego. El Manzanares C.F. se adelantó en el marcador en el minuto 12 tras un prodigioso pase de Rodrigo en cruzado que llegó a Adri, que a su vez envió el balón al punto de penalty donde entró Dani Lozano a cabecear a la red.

El partido se puso de cara y se tuvo controlado pero sin generar apenas más ocasiones de gol en ninguna de las dos áreas. La clave estuvo en el segundo tiempo, en una jugada en que un pase desde la izquierda fue recibido por Pablo de Haro que, en lugar de romperla y atravesar la red, controló y disparó. Esas décimas de segundo fueron suficientes para que el portero del Valdepeñas, en una prodigiosa exhibición de reflejos, despejara el balón y no entrara el que hubiera sido el 2-0 y prácticamente hubiera sentenciado el choque.

Un "killer" no tiene que conocer la compasión. Lo único que tiene que hacer es percutir sin piedad. Si no lo haces, estás perdido. Y eso fue lo que ocurrió. En el descuento, una jugada desgraciada de Manolito acabó en penalty que transformó Antonio León consiguiendo el empate visitante.

Todo se reduce a eso: si no matas, te matan. Deportivamente hablando, claro está. Reparto de puntos en un derby intenso, como son todos los Manzanares-Valdepeñas.

El fin de semana, hay que ir a ganar a Campillo. No hay otro camino. El equipo está recuperando sensaciones. Si somos capaces de dar la puntilla no estará todavía todo dicho.